lunes, 20 de julio de 2015

LA ESPERANZA, DE ANDRÉ MALRAUX (II)


RECEPCIÓN DE LA NOVELA EN FRANCIA

Nada más aparecer la novela en Francia, suscitó innumerables comentarios, la mayoría de ellos muy favorables. Camus dijo haber leído la novela ocho veces antes de haber conocido a su autor y Jorge Semprún confesó que llevaba un ejemplar de L’Espoir en la mochila cuando fue apresado por los alemanes y llevado al campo de Buchenwald.

Reproduzco algunos de los comentarios más significativos aparecidos en Francia en los años de la publicación de la novela:

A nuestro regreso de París [de las vacaciones de Navidad de 1937] leímos L’Espoir de Malraux con una pasión que desbordaba de lejos la literatura. Como en sus demás novelas, a sus héroes les faltaba encarnadura, pero esto no era importante pues los acontecimientos contaban mucho más que los personajes, y Malraux los narraba muy bien. Nos era cercano, por su predilección por el Apocalipsis, por la manera cómo sentía la contradicción entre el entusiasmo y la disciplina. Abordaba asuntos nuevos en la literatura: las relaciones entre la moral individualista y la práctica política; la posibilidad de conservar los valores humanos en medio de la misma guerra; porque los combatientes del ejército popular, eran civiles, hombres antes de haber sido soldados, y no lo olvidaban. Nos interesábamos en sus conflictos sin presentir hasta qué punto aparecerían, bien pronto, obsoletos, cuando la guerra total abolió todas las relaciones interhumanas que preocupaban a Malraux y a las que nosotros estábamos tan ligados.
Al lado de los bombardeos de Madrid, me parecían bien pálidas las batallas ganadas  o perdidas, todas las cosas que hasta entonces habían alimentado mi curiosidad.
Simone de Beauvoir en sus memorias, La force de l’âge, Folio, pp. 367-368


Entre nosotros, si ese libro hubiera sido escrito por un hitleriano-japonés, por una víbora lúbrica, por un chacal del POUM, por un perro troskista o un anarco-fascista, no hubiera sido más perjudicial para la causa que quiere defender.
Robert Brassillach, Action Française, 06/01/1938


La esperanza constituye una etapa nueva en la obra de Malraux, la de la identificación explícita con las perspectivas del partido comunista como partido que se opone a las tendencias espontáneas de la comunidad revolucionaria.
Al final de la obra, Malraux, que es un escritor coherente, saca todas las consecuencias de esta posición, comprendidas aquellas que los dirigentes estalinistas tomaban quizá en consideración, pero que no aceptaban afirmar explícitamente, y llega a negar, por primera vez en sus novelas sobre la revolución, el carácter absoluto, privilegiado e incontestable de ésta, como valor primero y fundamental [pues] la lucha esencial no es la que tiene lugar entre la revolución y la reacción, el humanismo y la barbarie, incluso ni la desarrollada entre el nacionalismo y el comunismo, o el nacionalismo y el proletariado, sino la lucha entre los partidos organizados, de los que , al menos, existen dos: el partido comunista y el partido fascista, que tienen como objetivo la conquista del mundo.
Lucien Goldman, Para una sociología de la novela, p.142


Para mí, es el libro más bello sobre la guerra civil española y el más hermosos libro de Malraux.
Henri de Montherland, L´’Express 28/3/1963


No hay ninguna duda de que L’Espoir es un gran libro. Libro grande por los logros del narrador, por la fidelidad de una materia de orden sublime. Malraux se había preguntado hace tiempo si sería posible no separar la acción de una novela de la acción en sí misma: con L’Espoir acaba de responderse a sí mismo
 Paul Nizan, Ce soir 13/1/1938


RECEPCIÓN DE LA NOVELA EN ESPAÑA

La primera edición de La esperanza en español se publicó en Chile en 1937, en la editorial Orbis, con traducción de Luis Alberto Sánchez. Curiosamente, en España no se editó en los dos años que aún duró la Guerra Civil. Al acabar ésta, Malraux prohibió expresamente que ninguna obra suya se editase en España. Por otro lado, la edición de Chile parece que no llegó apenas a España. Mucho más tarde, quizás no antes de 1977, La Esperanza se editó en Argentina (editorial Sur) con una traducción muy deficiente de José Bianco. Esa versión es que la utilizó Edhasa en la primera edición española de La Esperanza (1978) y también las otras editoriales, que se limitaron a repetir la traducción de José Bianco (Altaya, Orbis, El País). Incluso, Cátedra, en su colección “Letras Universales”, reprodujo el mismo texto sin que el prologuista, José María Fernández Cardo, hiciera ninguna referencia a las múltiples deficiencias de una traducción que vuelve ininteligibles múltiples pasajes.
Quizá por todo ello, no hay apenas comentario escrito alguno español a la novela en los cuarenta años que van desde 1937 a 1976.Y los pocos que aparecieron, no podían ser sino muy desfavorables a la novela. A raíz de la muerte del autor (1976), de su entierro oficial en el Panteón (1996) y del centenario de su nacimiento (2002), la prensa se hizo eco de la figura de Malraux, de su relación con España y del valor de su novela.

Transcribo algunas de las opiniones de escritores y estudiosos españoles sobre La Esperanza, tanto unas pocas aparecidas en vida del autor (y de Franco, no lo olvidemos) y otras más escritas a finales de la pasada década y comienzos de la presente:

De la Condition humaine a  L'espoir no hay más que un paso en la obra y en la vida de André Malraux. En el primero de estos dos libros, La condición humana, se nos revela, revolucionariamente, en un mundo chino. En el segundo, revolucionariamente también, en un mundo español. Recuerdo que en aquellas horas inolvidables de la defensa de Madrid, en aquellos primeros días vivísimos de la explosión popular revolucionaria española, André Malraux, refiriéndose a la diferencia «humana» entre estos dos mundos revolucionarios, el español y el chino, me decía su preferencia o afinidad personal naturalmente más íntima, más próxima por el español (…) Por eso, otras veces dijimos que ambos títulos podían relacionarse entre sí en confirmación recíproca de sus propios contenidos reales, convergiendo en una sola frase que sería la de la «condición humana de la esperanza», como si en sus dos contenidos correspondientes, al reunirlos en esa frase sola, se nos dijese con afirmación interrogante cuáles eran esa «condición humana» y esa «esperanza». Entonces creo también haber pensado y escrito que en la obra, y tal vez la vida de André Malraux, esta condición humana de la esperanza parecería ser la desesperación. La condición humana de la esperanza es la desesperación. Una desesperación desesperante, pero no desesperanzadora.
José Bergamín: “La condición humana y la esperanza”, El País, 24/11/1976


Malraux presenta en L’Espoir una sucesión de gestas heroicas y de discusiones abstractas. La acción y la reflexión, la violencia y la meditación, la dura vida del soldado y las elevadas consideraciones del intelectual aparecen mezcladas íntimamente; la acción conduce a la reflexión y ésta arrastra al hombre de nuevo a la acción. De hecho, Malraux no separa en ningún momento la conciencia de la experiencia; la una no precede a la otra, ambas vienen dadas de manera simultánea y permanecen inseparables. “¿Qué es lo mejor que un hombre puede hacer en su vida?” hace decir a uno de sus personajes y la respuesta es una síntesis de la novela: “Transformar en conciencia una experiencia lo más amplia posible”.
Maryse Bertrand de Muñoz, La guerra civil española en la literatura francesa, p. 121


Una hábil, concertada y permanente concentración de bombos propios y ajenos nos ha querido meter por los ojos L’Espoir como un documento trascendental, una sublime inmersión literaria en las honduras del alma española, popular, etc.
Se trata en realidad de un frío y calculadísimo amasijo de mentiras deliberadas, firmemente orientadas a plasmar literariamente todos los tópicos de la propaganda republicana.
Ricardo de la Cierva: Cien libros básicos sobre la guerra de España. Madrid, Publicaciones Españolas, 1966, p.305


Una deplorable expresión artística
Enrique Laborde, ABC, 24/11/1976


Sobre la Guerra Civil española, ¿quién después de haber leído a Orwell, puede seguir tomando en serio el histriónico dislate de Malraux? Junto a la verdad desnuda de Homenaje a Cataluña, las nebulosas y flatulentas peroratas de La esperanza tienen una hueca resonancia de oratoria de café
Simon Leys, El Cultural, Madrid, 29/08/1997


L’Espoir fue el testimonio de su entrega a la defensa de la España republicana y marcó el comienzo de la gran literatura generada por aquella gesta.
Juan Marichal: “Malraux y la perennidad literaria de la guerra española”, El País, 23/11/1996


Se trata de un conjunto de reflexiones o impresiones noveladas de nuestra Cruzada del 36, en la que intervino personalmente a favor de los rojos, siendo herido dos veces. Basta y sobra este episodio para hacer la figura de Malraux poco grata a los buenos españoles que salvaron la Patria a fuerza de coraje en la terrible empresa  en la que el comunismo resultó vencido.
Federico Oliván, ABC de Sevilla, 19/05/1962


Desde el punto de vista de la técnica novelística, esta novela constituye el punto extremo de toda su trayectoria anterior. Desaparecen en ella, en efecto, o se esfuman al menos, los personajes, en el habitual sentido de este término. Todo el libro se estructura, en fin de cuentas, de forma coral en torno a las voces, anónimas o identificables, de la realidad, de los protagonistas históricos de ésta. Desde las coces telefónicas del primer capítulo, que permiten seguir la progresión, o el fracaso, de la insurrección fascista, a lo largo y lo ancho de la geografía española, hasta las voces anónimas del último capítulo, voces de coro de tragedia, que acompañan el éxito de las armas republicanas en la batalla de Guadalajara.
Jorge Semprún: “Silencio y voces de Malraux”, El País, 29/11/1986


Malraux ha escrito L’Espoir a mi humilde parecer uno de los más grandes libros del siglo XX. No solo por la audacia de su forma narrativa, sino por su temática. Y es que, quiérase o no, guste o disguste hoy esa memoria, en estos tiempos de  premura de lo inmediato, el tema del Comunismo, de las consecuencias de su fracaso histórico, de las ilusiones que despertó, de su influencia en los intelectuales y en las masas europeas del siglo pasado, fue un tema central de dicha época.
No es posible pensar el siglo XX, ni siquiera hablar de él, sin hablar del Comunismo, sin pensarlo o volver a pensarlo. Y para esa tarea, L’Espoir es mucho más interesante y esclarecedora que la mayor parte de los ensayos y tratados históricos y teóricos que se han escrito.
Jorge Semprún: “Una fotografía de André Malraux”, El País, 30/082003


Esa obra de “agit.prop”, mejor que otras, desde luego, pero que se queda en eso, en propaganda.
Carlos Semprún Maura: “Sabores y colores”, ABC, 15/01/1997


Novela de ejemplaridad revolucionaria, especulativa, emocional y sentimentalista (…) a la que el tiempo no hace justicia, al menos en su línea argumental: un joven revolucionario, sin formación ni preparación, se abre camino hasta los más altos puestos de responsabilidad militar y militante porque tiene buen fondo y fe en la victoria.
Andrés Trapiello; Las armas y las Letras 3ª ed. Barcelona, Destino, 2010, pp. 365 y 561


Sus dotes narrativas, su capacidad de observación y su sentido solidario con quienes considera que defienden la libertad y la dignidad humanas encuentran en La Esperanza su mayor y personal homenaje.
Antonio de Villena, El Mundo, 03/10/2002


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