RECEPCIÓN DE LA NOVELA EN FRANCIA
Nada más aparecer la novela en Francia, suscitó innumerables comentarios,
la mayoría de ellos muy favorables. Camus dijo haber leído la novela ocho veces
antes de haber conocido a su autor y Jorge Semprún confesó que llevaba un
ejemplar de L’Espoir en la mochila
cuando fue apresado por los alemanes y llevado al campo de Buchenwald.
Reproduzco algunos de los comentarios más significativos aparecidos en
Francia en los años de la publicación de la novela:
A nuestro regreso de París [de
las vacaciones de Navidad de 1937] leímos L’Espoir de Malraux con una
pasión que desbordaba de lejos la literatura. Como en sus demás novelas, a sus
héroes les faltaba encarnadura, pero esto no era importante pues los
acontecimientos contaban mucho más que los personajes, y Malraux los narraba
muy bien. Nos era cercano, por su predilección por el Apocalipsis, por la manera
cómo sentía la contradicción entre el entusiasmo y la disciplina. Abordaba
asuntos nuevos en la literatura: las relaciones entre la moral individualista y
la práctica política; la posibilidad de conservar los valores humanos en medio
de la misma guerra; porque los combatientes del ejército popular, eran civiles,
hombres antes de haber sido soldados, y no lo olvidaban. Nos interesábamos en
sus conflictos sin presentir hasta qué punto aparecerían, bien pronto,
obsoletos, cuando la guerra total abolió todas las relaciones interhumanas que
preocupaban a Malraux y a las que nosotros estábamos tan ligados.
Al lado de los bombardeos de
Madrid, me parecían bien pálidas las batallas ganadas o perdidas, todas las cosas que hasta
entonces habían alimentado mi curiosidad.
Simone de
Beauvoir en sus memorias, La force de
l’âge, Folio, pp. 367-368
Entre nosotros, si ese libro
hubiera sido escrito por un hitleriano-japonés, por una víbora lúbrica, por un
chacal del POUM, por un perro troskista o un anarco-fascista, no hubiera sido
más perjudicial para la causa que quiere defender.
Robert
Brassillach, Action Française,
06/01/1938
La esperanza constituye una etapa nueva en la obra de Malraux, la de
la identificación explícita con las perspectivas del partido comunista como
partido que se opone a las tendencias espontáneas de la comunidad
revolucionaria.
Al final de la obra, Malraux, que
es un escritor coherente, saca todas las consecuencias de esta posición,
comprendidas aquellas que los dirigentes estalinistas tomaban quizá en
consideración, pero que no aceptaban afirmar explícitamente, y llega a negar,
por primera vez en sus novelas sobre la revolución, el carácter absoluto,
privilegiado e incontestable de ésta, como valor primero y fundamental [pues]
la lucha esencial no es la que tiene lugar entre la revolución y la reacción,
el humanismo y la barbarie, incluso ni la desarrollada entre el nacionalismo y
el comunismo, o el nacionalismo y el proletariado, sino la lucha entre los
partidos organizados, de los que , al menos, existen dos: el partido comunista
y el partido fascista, que tienen como objetivo la conquista del mundo.
Lucien Goldman,
Para una sociología de la novela, p.142
Para mí, es el libro más bello
sobre la guerra civil española y el más hermosos libro de Malraux.
Henri de
Montherland, L´’Express 28/3/1963
No hay ninguna duda de que L’Espoir
es un gran libro. Libro grande por los logros del narrador, por la fidelidad de
una materia de orden sublime. Malraux se había preguntado hace tiempo si sería
posible no separar la acción de una novela de la acción en sí misma: con L’Espoir
acaba de responderse a sí mismo
Paul Nizan, Ce soir 13/1/1938
RECEPCIÓN DE LA NOVELA EN ESPAÑA
La primera edición de La esperanza en
español se publicó en Chile en 1937, en la editorial Orbis, con traducción de
Luis Alberto Sánchez. Curiosamente, en España no se editó en los dos años que
aún duró la Guerra Civil. Al acabar ésta, Malraux prohibió expresamente que
ninguna obra suya se editase en España. Por otro lado, la edición de Chile
parece que no llegó apenas a España. Mucho más tarde, quizás no antes de 1977, La Esperanza se editó en Argentina
(editorial Sur) con una traducción muy deficiente de José Bianco. Esa versión
es que la utilizó Edhasa en la primera edición española de La Esperanza (1978) y también las otras editoriales, que se
limitaron a repetir la traducción de José Bianco (Altaya, Orbis, El País).
Incluso, Cátedra, en su colección “Letras Universales”, reprodujo el mismo
texto sin que el prologuista, José María Fernández Cardo, hiciera ninguna
referencia a las múltiples deficiencias de una traducción que vuelve
ininteligibles múltiples pasajes.
Quizá por todo ello, no hay apenas comentario escrito alguno español a la
novela en los cuarenta años que van desde 1937 a 1976.Y los pocos que aparecieron,
no podían ser sino muy desfavorables a la novela. A raíz de la muerte del autor
(1976), de su entierro oficial en el Panteón (1996) y del centenario de su
nacimiento (2002), la prensa se hizo eco de la figura de Malraux, de su
relación con España y del valor de su novela.
Transcribo algunas de las opiniones de escritores y estudiosos españoles
sobre La Esperanza, tanto unas pocas
aparecidas en vida del autor (y de Franco, no lo olvidemos) y otras más
escritas a finales de la pasada década y comienzos de la presente:
De la Condition humaine a L'espoir no hay más que un paso en la obra
y en la vida de André Malraux. En el primero de estos dos libros, La
condición humana, se nos revela, revolucionariamente, en un mundo chino. En
el segundo, revolucionariamente también, en un mundo español. Recuerdo que en
aquellas horas inolvidables de la defensa de Madrid, en aquellos primeros días
vivísimos de la explosión popular revolucionaria española, André Malraux,
refiriéndose a la diferencia «humana» entre estos dos mundos revolucionarios,
el español y el chino, me decía su preferencia o afinidad personal naturalmente
más íntima, más próxima por el español (…) Por eso, otras veces dijimos que
ambos títulos podían relacionarse entre sí en confirmación recíproca de sus
propios contenidos reales, convergiendo en una sola frase que sería la de la
«condición humana de la esperanza», como si en sus dos contenidos
correspondientes, al reunirlos en esa frase sola, se nos dijese con afirmación
interrogante cuáles eran esa «condición humana» y esa «esperanza». Entonces
creo también haber pensado y escrito que en la obra, y tal vez la vida de André
Malraux, esta condición humana de la esperanza parecería ser la desesperación.
La condición humana de la esperanza es la desesperación. Una desesperación
desesperante, pero no desesperanzadora.
José Bergamín:
“La condición humana y la esperanza”, El
País, 24/11/1976
Malraux presenta en L’Espoir
una sucesión de gestas heroicas y de discusiones abstractas. La acción y la
reflexión, la violencia y la meditación, la dura vida del soldado y las
elevadas consideraciones del intelectual aparecen mezcladas íntimamente; la
acción conduce a la reflexión y ésta arrastra al hombre de nuevo a la acción. De
hecho, Malraux no separa en ningún momento la conciencia de la experiencia; la
una no precede a la otra, ambas vienen dadas de manera simultánea y permanecen
inseparables. “¿Qué es lo mejor que un hombre puede hacer en su vida?” hace
decir a uno de sus personajes y la respuesta es una síntesis de la novela:
“Transformar en conciencia una experiencia lo más amplia posible”.
Maryse Bertrand
de Muñoz, La guerra civil española en la
literatura francesa, p. 121
Una hábil, concertada y
permanente concentración de bombos propios y ajenos nos ha querido meter por
los ojos L’Espoir como un documento trascendental, una sublime inmersión
literaria en las honduras del alma española, popular, etc.
Se trata en realidad de un frío y
calculadísimo amasijo de mentiras deliberadas, firmemente orientadas a plasmar
literariamente todos los tópicos de la propaganda republicana.
Ricardo de la
Cierva: Cien libros básicos sobre la
guerra de España. Madrid, Publicaciones Españolas, 1966, p.305
Una deplorable expresión
artística
Enrique Laborde, ABC, 24/11/1976
Sobre la Guerra Civil española,
¿quién después de haber leído a Orwell, puede seguir tomando en serio el
histriónico dislate de Malraux? Junto a la verdad desnuda de Homenaje a
Cataluña, las nebulosas y flatulentas peroratas de La esperanza tienen una
hueca resonancia de oratoria de café
Simon Leys, El Cultural, Madrid, 29/08/1997
L’Espoir fue el testimonio de su entrega a la defensa de la
España republicana y marcó el comienzo de la gran literatura generada por aquella
gesta.
Juan Marichal:
“Malraux y la perennidad literaria de la guerra española”, El País, 23/11/1996
Se trata de un conjunto de
reflexiones o impresiones noveladas de nuestra Cruzada del 36, en la que
intervino personalmente a favor de los rojos, siendo herido dos veces. Basta y
sobra este episodio para hacer la figura de Malraux poco grata a los buenos
españoles que salvaron la Patria a fuerza de coraje en la terrible empresa en la que el comunismo resultó vencido.
Federico Oliván, ABC de Sevilla, 19/05/1962
Desde el punto de vista de la
técnica novelística, esta novela constituye el punto extremo de toda su
trayectoria anterior. Desaparecen en ella, en efecto, o se esfuman al menos,
los personajes, en el habitual sentido de este término. Todo el libro se
estructura, en fin de cuentas, de forma coral en torno a las voces, anónimas o
identificables, de la realidad, de los protagonistas históricos de ésta. Desde
las coces telefónicas del primer capítulo, que permiten seguir la progresión, o
el fracaso, de la insurrección fascista, a lo largo y lo ancho de la geografía
española, hasta las voces anónimas del último capítulo, voces de coro de
tragedia, que acompañan el éxito de las armas republicanas en la batalla de
Guadalajara.
Jorge Semprún:
“Silencio y voces de Malraux”, El País,
29/11/1986
Malraux ha escrito L’Espoir
a mi humilde parecer uno de los más grandes libros del siglo XX. No solo por la
audacia de su forma narrativa, sino por su temática. Y es que, quiérase o no,
guste o disguste hoy esa memoria, en estos tiempos de premura de lo inmediato, el tema del Comunismo,
de las consecuencias de su fracaso histórico, de las ilusiones que despertó, de
su influencia en los intelectuales y en las masas europeas del siglo pasado,
fue un tema central de dicha época.
No es posible pensar el siglo XX,
ni siquiera hablar de él, sin hablar del Comunismo, sin pensarlo o volver a
pensarlo. Y para esa tarea, L’Espoir es mucho más interesante y esclarecedora
que la mayor parte de los ensayos y tratados históricos y teóricos que se han
escrito.
Jorge Semprún:
“Una fotografía de André Malraux”, El
País, 30/082003
Esa obra de “agit.prop”, mejor
que otras, desde luego, pero que se queda en eso, en propaganda.
Carlos Semprún
Maura: “Sabores y colores”, ABC,
15/01/1997
Novela de ejemplaridad
revolucionaria, especulativa, emocional y sentimentalista (…) a la que el
tiempo no hace justicia, al menos en su línea argumental: un joven
revolucionario, sin formación ni preparación, se abre camino hasta los más
altos puestos de responsabilidad militar y militante porque tiene buen fondo y
fe en la victoria.
Andrés Trapiello;
Las armas y las Letras 3ª ed.
Barcelona, Destino, 2010, pp. 365 y 561
Sus dotes narrativas, su
capacidad de observación y su sentido solidario con quienes considera que
defienden la libertad y la dignidad humanas encuentran en La Esperanza
su mayor y personal homenaje.
Antonio de
Villena, El Mundo, 03/10/2002